miércoles, 3 de diciembre de 2014

Paseo otoñal por el bosque (baja dificultad) en Piloña

El domingo amaneció una mañana gris, de orbayu y nubes muy bajas, cubriendo las cimas de las montañas.



Teníamos en mente ir a un bosque lejano, un hayedo, pero un cambio a última hora de un familiar y el tiempo, nos hizo decidir ir a un sitio más cercano y realizar un recorrido más corto. La cuestión era disfrutar del bosque en estos momentos otoñales.

Conocí este rincón hace unos años en pleno invierno, creo que era febrero. Y me prometí volver en otra época cuando los árboles tuvieran hojas, cuando pudiera subir andando hasta el macizo que lo corona y disfrutar del paisaje.

A mi, que me encantan los otros 3 valles aledaños, me resultaba irrestible no disfrutar de este pequeño mini-tesoro desconocido hasta entonces.

Éste es de esos sitios que están tan cerca y son riquezas ocultas, o no tanto, por que tienen su letrerito en la carretera autonómica y ya los conocían los romanos y seguramente los lugareños anteriores. Es de esos sitios que no sale en las guías de turismo, por las que te puedes cruzar con dos vecinos a lo sumo, en las que los únicos sonidos suelen ser las ovejas, los pájaros y el rumor del agua del riachuelo (bueno, tanto romanticismo, también puede sonar alguna motosierra...)
Es de esos sitios que si recomiendo si te gusta el bosque, pero no quieres hacer una gran ruta por el motivo que sea (esto va dirigido sobre todo a esos visitantes esporádicos que vienen por poco tiempo o quieren conocer un rinconín de verdad sin ir a Muniellos, ¡Piloña es tan rica en esos lugares!) o se hace con niños,...

El domingo era ideal para que lo descubrieran mis acompañantes.

Os hablo del valle entre Caperea y Óvana, en Piloña. Tomamos la AS-254 (Campo de Caso - Infiesto) hasta Vegarrionda, al lado de la iglesia sale la carretera hacia Caperea y Óvana.

La ruta puede iniciarse ahí, aparcar al lado de la iglesia o unos 500 m. más adelante, subiendo paralelos a la Riega de Óvana, la carretera se parte en dos, una ramal para cada aldea, pues se sitúan en las dos laderas del valle. En ese punto, hay un pequeño espacio donde aparcar un par de coches, generalmente al lado de un montón de troncos secando. Nosotros fue lo que hicimos, aparcamos y decidimos continuar andando.

Alguien no pudo resistir subir a las troncos!


El domingo fuimos por la ladera de Óvana. El paseo es cuesta arriba, pero muy llevadero (la otra subida es mucho más pendiente, os la enseñare otro día, aunque hoy os hable de su historia).

No hace falta calzado muy técnico; por la época, algo que no cale el agua y unas suelas que agarren. Está asfaltado, aunque puede haber gravillas, hojas, etc. ¡Estamos en el norte! un chubasquero, un sombrero,...y  muchas ganas de respirar naturaleza.



Partimos rodeados de bosque de robles, castaños, avellanos, hayas, ...y protegidos por un gran macizo rocoso que separa este subvalle del principal Valle de La Marea y en la otra ladera alta con la población de El Moru (otro sitio preciosooo) al norte y el valle de Espinaredo al este.

Macizo del Peñueco

El valle es un circo, montañas alrededor y relleno de bosque y prados. Los romanos aprovecharon este accidente geográfico para construir una "calzadina", un camino empedrado que iba de una calzada a otra localidad.

Los romanos construyeron una salida de la meseta castellana a la costa asturiana, lo que se llama "calzada" romana o camino real. En este caso, desde León por el puerto de Tarna hacia la costa de Colunga-Villaviciosa. Esta calzada era la del Cordal del Sellón, que pasaba por Campo de Caso hacia el collado de Arnicio-ermita del Sellón . Los ramales más pequeños que se comunicaban con la calzada, se llaman "calzadinas". Una de ellas pasaba por Caperea y bajaba a La Marea hasta Infiesto. Todavia se conserva algún tramo empedrado.

Los romanos trazaban sus calzadas por las zonas altas, la posición elevada mejoraba su visión y los protegía de los ataques de los lugareños, como hicieron los castros fortificados.

Todo esto sobre romanos para enseñaros donde está colocada Caperea.


El camino de subida discurre por la esquina izquierda y da vuelta a todo los altos del valle

Desde la subida a Óvana podemos admirarla entre los árboles otoñando y un poco de bruma, que nos respeto lo suficiente esa mañana


El paseo es sensacional, entre un túnel de arbolado de preciosos colores en esta época del año



En mitad de la subida, se encuentra Óvana, una pequeña aldea colocada a media ladera


La carretera sube hasta las estribaciones del macizo superior. 

Espero que os haya gustado este paseo otoñal.



Consejo: si vienes con buen tiempo, en Vegarrionda hay un merendero al lado del río, cerquita de la iglesia. Un bar-tienda de los de antes, pero ideal para terminar bien una buena ruta.

Y si te quieres alojar, Casa Cueto, a la entrada de Vegarrionda. Una familia encantadora ligada a estas tierras. Una sitio-base para conocer bien la zona y sus tradiciones.


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Aclaración: Óvana lo puedes encontrar escrito con "b" en bable, sin tilde. Por no liar más la madeja, decidí usar en la entrada el topónimo como aparece en los letreros de las carreteras (con "v") y se pronuncia en castellano.

4 comentarios:

  1. Siempre te lo digo, me encantan tus paseos llosona, esos paisajes que compartes son una delicia. Nunca dejes de hacerlo.
    Un beso.

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    1. El senderismo está inculcado en nosotros desde mi pequeños. Me ayuda a relajarme y desconectar.
      Las fotos siempre os subo algunas. No de todos los rincones o este blog se convertiría en un blog de turismo asturiano, jajaja Y eso que que se que tienen mucho tirón.
      Un besín Mónica:)

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  2. Respuestas
    1. Gracias Teresa, me alegro que te guste nuestra Asturias interior.
      Besines:)

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